A clase, con Jóvenes Tutores

Revista Belgrano R es suyo - Octubre del 2007

A clase, con Jóvenes Tutores


El Coaching Estudiantil, que tiene sede en el barrio de Belgrano R, acompaña a adolescentes con problemas en el colegio y a padres que buscan asesoramiento.


Chicos que no logran concentrarse en las clases, que no saben por dónde empezar a estudiar o cómo manejar el tiempo. Padres desesperados porque sus hijos van acumulando fracasos escolares y deciden agregarle cada vez más profesores particulares.

Esta situación, por la que pasan miles de alumnos año tras año, no es algo nuevo. “Siempre existió”, comenta la licenciada en psicopedagogía Ana Caraballo, una de las fundadoras de Coaching Estudiantil. Lo que propone su metodología de aprendizaje es una nueva forma de abordar el problema. Dedicada hace más de 12 años al asesoramiento de instituciones educativas, tanto en el nivel docente como en el cuerpo directivo, en 2005 lanzó el programa Coaching Estudiantil junto con su socia, también licenciada en psicopedagogía, Liliana Segat.

Caraballo explica que esta problemática afecta a la mayoría de los chicos en edad escolar, desde los últimos años del primario y todo el secundario. En un primer momento, trabajaban con alumnos de Belgrano, donde se encuentra su consultora, pero “rápidamente se fue ampliando el espectro”.

¿Cuál es el objetivo principal del coaching? “Lo que intentamos hacer con el programa es ayudar a desplegar las capacidades dormidas que existen en cada chico, para que pueda encontrar su forma de aprender con un nuevo sentido y no lo vea como algo tedioso”, resume Segat. Y señala que muchas veces suele catalogarse a algunos chicos con el rótulo de “vagos” por tener un desempeño pobre, lo que hace que tengan una autoestima cada vez más baja.

A través de una selección minuciosa y exhaustiva, se eligen a los coaches, en su mayoría alumnos de entre segundo y quinto año de la Universidad, con una trayectoria de excelencia académica, además de “ciertas características personales como flexibilidad, capacidad de escucha, trabajo en equipo y empatía con la adolescencia”, explica Segat.

De esta manera existe una cercanía generacional con el alumno adolescente, que ve en el coach a una persona que no hace mucho salió de la escuela y es un modelo como joven estudiante. También al sentir empatía hacia el coach, se “facilita la llegada del mensaje”, y esto ayuda a que el chico, que está acostumbrado a que se ponga el acento en aquello que no hace bien, se sienta “protagonista” para que “los recursos afloren”. La confianza que se genera es la que motiva, y la que sustenta el vínculo, señala Caraballo.

El equipo de coaches recibe capacitación permanente en forma semanal y, cada quince días, tienen reuniones de supervisión, además de la comunicación cotidiana que se da con las responsabilidades del programa.

Bruno Cacciatori tiene 22 años, es estudiante de Ciencias Políticas y hace seis meses que trabaja como coach. “Lo esencial del vínculo con el adolescente es que no sos estrictamente un profesor particular, sino que ayudás a que se conecte con el estudio, que encuentre su manera de entendimiento más allá de enseñarle una materia en particular”.

Para él, la mejor manera de lograrlo es acercarse por medio de las cosas que le interesan, como el fútbol, la música, etc. “Y en definitiva, aunque parezca mentira, es así como llegás a conocerlos y lográs obtener mejores resultados”, asegura.

Martina Gallo

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